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El XVII fue un siglo fatídico por varias razones: decadencia económica, epidemias como la de 1649 –que redujo la población de Sevilla a la mitad–, guerras y otras catástrofes. Ante el adverso panorama, la población se refugió en la religión y Sevilla se convirtió en abanderada de la Contrarreforma. A cambio, esta centuria supuso la culminación del Siglo de oro del arte español por su fecundidad en los más diversos campos: las figuras de Velázquez, Murillo, Zurbarán o Valdés leal en la pintura, y de Lope de Vega, Cervantes, Calderón de la Barca, Quevedo y Góngora en la literatura y el teatro son algunos ejemplos sobresalientes.
De todo ello queda testimonio en las calles y edificios de Sevilla. Se conserva un buen número de monasterios de los que fue toda una ciudad conventual, llegando a contabilizar hasta 45 monasterios de frailes y 28 de monjas, además de las distintas parroquias. La profliferación de cofradías obligó a ordenar sus procesiones –cada vez más ostentosas– y, en 1604, el Cardenal Fernando Niño de Guevara impuso la estación en la Catedral, es decir, se instituyó la ‘Carrera Oficial’ en la Semana Santa. Por entonces la ciudad se atribuía la condición de «muy mariana» y la defensa del misterio de la concepción. Martínez Montañés en escultura y Murillo en pintura dejaron verdaderas obras maestras en la representación de la Inmaculada.
Una visita por la Sevilla barroca incluye los conventos, la Iglesia de Santa María la Blanca (antes sinagoga) con sus yeserías, la del Salvador con sus dos retablos del portugués Cayetano de Acosta, que significan la apoteosis del barroco sevillano, el Hospital de los Venerables Sacerdotes, el Palacio de San Telmo (levantado en 1681 como colegio seminario de huérfanos y desamparados), la primitiva casa de Miguel de Mañara en el número 27 de la calle Levíes. Y tantos otros rincones.
Por supuesto, para seguir la pista de aquellos años se hace necesario también el Museo de Bellas Artes y sus abundantes fondos de la época, aunque no hay institución, iglesia o colección que se precie que no cuente con alguna pieza del Siglo de Oro sevillano. Más si cabe en el apartado cofrade, donde la imaginería dejó tesoros como el Nazareno del Gran Poder tallado por Juan de Mesa en 1620 y la Dolorosa de la Macarena atribuida al círculo de Pedro Roldán en la segunda mitad del siglo XVII. Y casi cualquier lugar desvela la huella barroca de la ciudad.[:en]
The 17th century was a fateful period for Sevilla for a number of reasons: economic decline, epidemics such as that of 1649 – which reduced the population by half – wars, and other catastrophes. In the face of such adversity and hardship many people sought refuge in religion and Sevilla became one of the leading protagonists of the Counter Reformation. Nevertheless, the period is known as the exceptional number of outstanding figures in a broad range of artistic fields including painters such as Velazquez, Murillo, Zurbaran and Valdes Leal, and writers and playwrights such as Lope de Vega, Cervantes, Calderon de la Barca, or Quevedo.
Traces of this period are clearly visible in many of Sevilla’s streets and buildings. Once almost a city of convents, Seville boasts as many as 45 monasteries and 28 nunneries, as well as numerous parish churches. The proliferation of religious brotherhoods led Cardinal Fernando Niño de Guevara to regulate Easter processions – which were becoming more and more ostentatious – by, in 1604, establishing an official route or «Carrera Oficial» in which all the brotherhoods had to pass through the Cathedral. During this period fervent devotion to the Virgin Mary developed in the city and the belief in the Immaculate Conception was strongly advocated. Both the sculptor Martinez Montañes and the painter Murillo himself produced great masterpieces depicting the Immaculate Conception.
A tour of Baroque Sevilla should include amongst other sites: the convents, churches such as Santa Maria la Blanca (a former synagogue) with its stucco lacework, and El Salvador, whose two altarpieces by Portuguese Cayetano de Acosta represent the pinacle of Sevilla’s baroque period, the Hospital de los Venerables Sacerdotes, the San Telmo Palace (constructed in 1681 as a seminary for orphans and destitute children), and the house of Miguel de Mañara which is still at number 27 Calle Levies.
To get a deeper insight into this particular period, the Fine Arts Museum has an exceptional collection of paintings which shouldn’t be missed. Furthermore, most of the city’s prominent institutions and churches also contain at least one masterpiece created in Sevilla during the Siglo de Oro, including an amazing array of exceptional religious sculptures, such as the Nazareno del Gran Poder carved by Juan de Mesa in 1620, or the Dolorosa de la Macarena which is attributed to the Pedro Roldan School and dates from the secod half of the 17th century. Thus, traces of the baroque period can be found in every corner of the city.[:]