Capilla del Carmen, en el Altozano.
La Capilla del Carmen no necesita mucho para destacar a las orillas del río. Se trata de un edificio religioso de pequeñas dimensiones construido en el primer tercio del siglo XX, pero lo que no tiene de grande o de histórico lo compensa con una privilegiada ubicación: en el Altozano, arranque del Puente de Isabel II desde Triana, elevándose sobre uno de los lugares más transitados de la ciudad. Allí donde el arrabal y Sevilla se encuentran sobre el río.
Todo comienza 1918, cuando hubo que construir un nuevo tablero para el Puente de Triana, que se había inaugurado en 1852. Esta ampliación llevó a demoler la primitiva capilla y construir una nueva, que fue encargada a Aníbal González, proyectada en 1924 y concluida en 1928.
Como figura más sobresaliente del regionalismo, el arquitecto sevillano recurrió al patrón que ha configurado esta corriente en Sevilla: ladrillo visto, azulejos, cerámica, hierro forjado, estilos históricos de la ciudad. Los materiales son los elementos artesanales más propios de la ciudad, y en concreto del barrio de Triana en el que se asienta.
Capilla del Carmen y Puente de Triana de noche.
El conjunto se reduce a dos pequeños elementos: una capilla cilíndrica rematada con una cúpula, y una torre campanario de cuerpo rectangular. Por su tamaño, podría ser más un humilladero que una capilla, y aun así sobresale a las puertas de Triana, sobre el puente. Para el arquitecto fue un gran ejercicio de condensación de los motivos regionalistas y anticipa los trabajos de decoración cerámica que luego se vería, de nuevo con colaboración del ceramista local Emilio García García, en la Plaza de España.
En el interior de la capilla se pueden observar las Santas Justa y Rufina y la Giralda, así como el cuadro de la Virgen del Carmen que se ha venerado en este mismo lugar tanto en la capilla actual como en la precedente, con salvedad de los periodos de obras en que fue trasladada a otras iglesias del arrabal.