Sevilla, la Ciudad de las Cien Óperas, demandaba un gran templo de la lírica. En 1986, los arquitectos Aurelio del Pozo y Luis Marín ganan el concurso convocado para construir un Palacio de la Cultura en el solar de la antigua Real Maestranza de Artillería, en un emplazamiento emblemático en la ciudad. Cinco años después, ese nuevo y deseado escenario era una realidad. Y no era el final del camino.
El Arenal había sido durante siglos un lugar de frenética actividad en Sevilla. Portuaria y militar. Allí donde el Guadalquivir toma por la cintura a Sevilla, derribadas ya las murallas y junto a las históricas Reales Atarazanas, se aprovecha el espacio en desuso para levantar un gran contenedor cultural. Del Pozo y Marín integran la fachada existente de la Maestranza de Artillería en el diseño del nuevo y colosal cilindro que ofrece 1.800 butacas.
Cuando se acerca la Expo 92, con un ambicioso programa de conciertos y espectáculos, el Palacio de la Cultura deja paso al Teatro de la Maestranza, con prestaciones ampliadas. Finalmente el teatro se inaugura el 2 de mayo de 1991.
Tras aquellos meses dorados de 1992, se provee una programación estable y es entre 2005 y 2007, aprovechando un vacío en el espacio lírico español, cuando moderniza drásticamente sus instalaciones con grandes innovaciones que le permiten ganar 4.500 metros cuadrados, 16 metros de profundidad en el escenario, una chácena de 800 metros cuadrados y un sistema de plataformas horizontales deslizantes que permiten que dos producciones escénicas cohabiten en el teatro.
Desde el principio, todo en el Teatro de la Maestranza se orienta hacia una acústica óptima, a la altura de las producciones que está llamada a acoger. De la ingeniería a los materiales, incluso las butacas o la gran lámpara. Así encuentra Sevilla el lugar donde representar todas las obras que ha inspirado, además de otros espectáculos, conciertos sinfónicos, recitales líricos, jazz, flamenco y ballet, creación escénica de primera fila.
