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Avenida de la Constitución

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A lo largo de unos 600 metros de longitud, la Avenida de la Constitución reúne algunos de los edificios más sobresalientes de Sevilla junto con una suculenta oferta de compras, gastronomía, bancos y edificios públicos. Con estos argumentos en el centro de la ciudad (en su sentido más estricto), no extraña que se la considere la calle principal de Sevilla. Una gozada para paseantes, ciclistas, viajeros del tranvía y consumidores de los veladores.

Cuesta creer que tan distinguida avenida estuviera en realidad fuera de la muralla romana, pero por entonces Sevilla aún no había domado a su río y algún brazo corría por la zona. Eso sí, construida la mezquita mayor, y no digamos ya con su sustitución por la Catedral cristiana, se convirtió en uno de los lugares más eminentes de la ciudad.

Desde entonces, todos los episodios dorados que se han escrito en la historia de Sevilla, desde la llegada y asentamiento de los comerciantes europeos, el monopolio del comercio con el Nuevo Mundo e incluso los vaivenes políticos de los siglos XIX y XX tuvieron a la Avenida de la Constitución como escenario. Ya se llamara Génova, Cánovas del Castillo, Libertad o José Antonio Primo de Rivera (en su primer tramo), Gradas, Lonja, Catedral, Gran Capitán, Reina Mercedes o Queipo de Llano (en el segundo).

Ahí está la misma Catedral, el Archivo de Indias y algunos de los edificios más representativos del regionalismo sevillano. Y claro, el mismo Ayuntamiento de Sevilla. Entre la Plaza Nueva y la Puerta de Jerez se concentra buena parte de la historia de Sevilla.

Desde 2006 está cerrada al tráfico de vehículos y desde 2007, tras las obras de acondicionamiento, es peatonal. Esta circunstancia refuerza su carácter de foro público, de lugar para el esparcimiento, de centro neurálgico de lo que pasa en Sevilla cuando se trata del ocio y el turismo.