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La calle Don Remondo

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Don Remondo.

Raimundo de Losana nació en Segovia, no se conoce la fecha exacta. Don Remondo murió entre 1286 y 1288 en Sevilla. Son la misma persona al principio y al final de una vida para la historia como obispo de Segovia, arzobispo de Sevilla, y notario, consejero y confesor del rey Fernando III el Santo. A la muerte del monarca sirvió a su hijo Alfonso X el Sabio. Fue también el primer obispo de Sevilla y se dice que sus restos mortales aún se conservan en la Catedral. La ciudad lo recuerda al pie del monumento a San Fernando en la Plaza Nueva y rotulando a su nombre una de sus calles más céntricas.

Es tan céntrica que desemboca en la mismísima Plaza Virgen de los Reyes, a los pies de la Catedral y la Giralda. Son apenas 200 metros de adoquines, pero hay que ser una figura muy relevante para ponerle nombre a 200 metros en un lugar tan privilegiado como el centro de Sevilla.

La calle Don Remondo corre desde la calle Segovia a lo largo de la fachada lateral del Palacio Arzobispal, con sus características ruedas de molino colocadas para proteger los muros del roce de los carruajes, y finaliza a las puertas del edificio, puro arte barroco.

Desde el final de la calle, asomándose desde las habitaciones del Hotel Doña María o desde su terraza, el viajero puede asomarse a la espalda del templo gótico y al antiguo minarete en una de las estampas más limpias y con mejor perspectiva del monumento.

Aparte de su sensacional ubicación y del personaje histórico al que recuerda, la calle Don Remondo se asocia íntimamente a uno de los momentos más tristes de la ciudad. El fatídico 30 de enero de 1998, el concejal del Ayuntamiento de Sevilla Alberto Giménez-Becerril y su esposa Ascensión García fueron asesinados por la banda terrorista ETA en los primeros pasos de esta calle. Una placa de mármol lo recuerda en el lugar exacto.