Declarada Bien de Interés Cultural en 1990 pero escondido tras una lona, el paseante no puede observar sus pintorescas fachadas de ladrillo. Aún así, puede disfrutar de su mayor atractivo: un imponente interior. La antigua estación de ferrocarril de Plaza de Armas se inspiró en la sala de Máquinas de la Exposición Universal de París de 1867, con una estructura metálica de 20 metros de altura y una cubierta inclinada bajo la que durante casi siglo y medio los trenes encontraban en Sevilla su fin de trayecto. Luego fue recinto expositivo y actualmente es centro comercial y de ocio, conservando buena parte de su esencia pese a todo.
La terminal, que también se conocía como estación de Córdoba, fue proyectada en 1889 y construida en 1901. Desde medio siglo antes venía funcionando otra provisional, donde morían las vías del ferrocarril que corrían en paralelo al Guadalquivir, por donde hoy se extiende la Avenida de Torneo. La Plaza de Armas era el límite del centro histórico hasta el que podía penetrar el ferrocarril, pues en la actual calle Torneo se encontraba lo que se denominaba el Barranco, donde se instalaban industrias, y a continuación, el Puente de Triana.
Con diseño del ingeniero Nathan Süss, Sevilla daba la bienvenida al siglo XX con el mayor exponente de la arquitectura del hierro en la ciudad. Ni el Puente de Isabel II (de 1852) ni las Naves del Barranco (1883), sino esta estación de tren de 105 metros de largo por 30 metros de ancho. Sin embargo, el aclamado planteamiento del metal se combinó con otro más discutido para las fachadas. La arquitectura historicista de aspiración neomudéjar se anticipaba al gran movimiento de la Sevilla regionalista con imitación de paños de sebka, alfices y otros elementos de aire islámico en su decoración.
La cubierta de hierro con cristaleras, no obstante, sobresale entre los dos pabellones laterales de ladrillo visto y el espacio porticado en el centro, que abre paso, a través de arcos de herradura, al amplio vestíbulo interior que ha servido para diferentes usos. Hasta 1990 como estación de tren, durante la Expo 92 como parte del Pabellón de Sevilla (situado fuera del recinto expositivo) y en la actualidad puedes visitarlo para ir de compras, tomar unas tapas o ver una película.
En la rehabilitación para 1992 se acristaló el gran arco trasero por donde entraban los trenes y nuevas reformas le han dado su aspecto actual, pero sigue conservando gran magnetismo.