El Patio de Banderas forma parte del Real Alcázar, pero es un espacio con identidad propia. Fue construido ya en los mismos orígenes del palacio, allá por el siglo X, y ha ofrecido usos muy diversos en todos estos siglos. Finalmente su aspecto y su ubicación le dotan de una personalidad independiente. Veamos por qué.
Aunque cercada por las altas murallas del Alcázar, el Patio de Banderas es un espacio abierto a los paseantes del centro. Conecta la Plaza del Triunfo con el Barrio de Santa Cruz a través de un pintoresco callejón. También es la salida de la visita del palacio real a través del apeadero, unas dependencias preparadas para la entrada de caballos y carruajes.
Tiene apariencia de patio de vecinos con varias viviendas alrededor de una amplia plaza. Un recinto que ha pasado de ser residencia del gobernador en tiempos de los almorávides a armería en el siglo XVIII. Ya en el XIX se acondicionó como la plaza actual con la instalación de una fuente en el centro y la plantación de árboles, luego sustituidos por naranjos. Con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929 se sustituyó la fuente, muy deteriorada, y se colocó albero a su alrededor, además de acondicionar el entorno para la circulación de vehículos.
Además de ofrecer una de las estampas más populares de Sevilla, con las almenas del Alcázar, los naranjos y la Giralda de fondo, en este céntrico espacio se encuentra un yacimiento arqueológico que se podrá visitar desde otoño de 2016.
Desde el Patio de Banderas se toma una de las fotografías más icónicas de Sevilla, la que enmarca la Catedral y la Giralda en la puerta de la plaza.