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Miguel de Mañara

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Estatua a Miguel de Mañara en los jardines de la Caridad.

El Venerable Siervo de Dios Don Miguel de Mañara (Sevilla, 1627-1679) es uno de esos personajes con los que se ha escrito la historia de Sevilla. Libertino confeso y arrepentido de sus pecados, impulsor de la Santa Caridad, su legado sigue vigente y tangible en la ciudad, al tiempo que su controvertida figura alimenta la leyenda.

Miguel Mañara Vicentelo de Leca nació un 3 de marzo en la calle Levíes, en la mansión familiar que después fue conocida como Palacio de Mañara. Su familia procedía de Córcega, de donde vino atraída por el comercio con América, como tantos otros negociantes, banqueros, pillos y buscadores de fortuna de la época. Los negocios familiares prosperaron y el pequeño Miguel se crió con todos los lujos, fue educado en la Orden de Calatrava y desde muy joven actuó como figura pública de la sociedad sevillana.

Tras la muerte de su esposa, y sin descendencia, se consagró a la vida religiosa y mandó construir el Hospital de la Santa Caridad, ofreciendo un hospicio para los más vulnerables, con el que se extendía el fin original de la hermandad, que era el de dar sepultura a los ahogados que devolvía el río, a los muertos que aparecían por las calles y a los ajusticiados.

Junto a su entrega a los más necesitados, expresada en otras muchas iniciativas caritativas durante su vida, el nombre de Mañara se ha asociado históricamente al mito de Don Juan, el «seductor Mañara» al que se refirió Antonio Machado. La voz popular ha visto en él al protagonista de El burlador de Sevilla de Tirso de Molina, aunque la obra es anterior a su nacimiento. También al Don Juan Tenorio de Zorrilla, y se le ha asignado la inspiración en el arrepentimiento final del personaje. La posible confusión se puede atribuir a una autoconfesión del propio Mañara, probablemente exagerada: «Serví loco y ciego a Babilonia y su vicios».

Con todo, con la historia y con el mito, Don Miguel de Mañara ha pasado a la historia como una de las figuras más relevantes de Sevilla. Y como prueba, su escultura en la Galería de Sevillanos Ilustres del Palacio de San Telmo.