La ronda histórica de Sevilla llevaba desde el Prado de San Sebastián hasta la Alameda de Hércules, y vuelta. Aquello era un hervidero de paseantes y por esta razón era el lugar ideal para que Enrique Becerra Reyes abriera el primer bar Becerra en la década de los años 40 del siglo pasado a pocos metros del actual Becerrita. Con el tiempo y la aceptación de los sevillanos y visitantes de la ciudad, aquel establecimiento original evolucionó hasta convertirse en un restaurante de alto rango, de mantel y producto, que tampoco ha desoído nuevas tendencias sin perder la esencia ni la exigencia. Desde siempre, en el límite del casco histórico, Becerrita actúa como un emblema de la gastronomía sevillana de algún u otro modo, siendo reconocido como restaurante de alto interés gastronómico en diversas ocasiones.
En efecto, la calle Recaredo dibuja el perímetro de la antigua muralla de Sevilla. Cruzar a la acera contraria es salir del centro para entrar en otro distrito y antiguamente significaría estar extramuros. Desde la acera correcta, Becerrita sigue defendiendo los principios culinarios que le han valido una posición destacada en la hostelería de la ciudad.
El restaurante te acoge desde la propia calidez de sus materiales y tonos, con una decoración reconociblemente sevillana sin corsés temporales. No hay modas para quienes siempre se mantienen vigentes. Hay que entenderlo: la forma, igual que el fondo, deben mantenerse a salvo de caprichos estéticos fugaces, y si la cocina de Becerrita vale como exponente de la gastronomía sevillana, ¿cómo había de ser la atmósfera que envuelve a los comensales?
De sus fogones salen las recetas y preparaciones icónicas de la ciudad, pero no se autolimita a la cocina tradicional. Por eso conviven en su carta una clásica ensaladilla de gambas con un salteado de carabineros y vieiras, o un guiso de cola de toro «sevillana» con el sensacional atún rojo en tartar o en tataki. En todo momento, con el producto en lo alto de la pirámide. La calidad no se discute, y queda patente en sus entrantes, en sus carnes y pescados, en sus tapas. ¡Y en su amplia bodega!
El servicio hace el resto para que Becerrita se convierta en una de las visitas imprescindibles en Sevilla, para conocer la ciudad como sólo puede hacerse bocado a bocado.