Si toda civilización se construye sobre los restos de la anterior, en la Giralda de Sevilla lo podemos apreciar de manera tangible. De un modo literal y poético a un tiempo. Resulta que en la construcción de la torre original, por obra de los almohades a finales del siglo XII, se aprovecharon restos de algunos edificios y sillerías de la Hispalis romana, luego visigoda. Al pie del alminar se pueden distinguir piedras y piezas que claramente desentonan con el resto del conjunto, y si se detiene uno a leerlas (sí, a leerlas), se aprecian inscripciones acreditan su pasado.