Qué otra calle con tan poca longitud puede acaparar tantas miradas, tanta relevancia, un lugar tan destacado en la vida de Sevilla. Cuál, que no sea la Campana, concentra a tantas personas con tanta frecuencia, y está tan al día entre los sevillanos y visitantes.
Entre la Plaza del Duque y la calle Martín Villa corren apenas 70 metros de tiendas, restaurantes, cafeterías y vibrante actividad. Eso sí, con reseñable anchura. Tanta que parece una plaza, pero nunca podría serlo con semejante tráfico de autobuses urbanos, taxis y vehículos de reparto y particulares, motoristas, ciclistas y paseantes en todas las direcciones. Un auténtico nudo de la movilidad en el centro, a las puertas de las calles peatonales.
Datan la Campana en el siglo XVI y se atribuye su aspecto actual viene a las intervenciones realizadas en el siglo XIX. Sobre su nombre, se dice que lo toma de un antiguo almacén municipal relacionado con la extinción de incendios, donde existía una campana que le daba nombre y, por extensión, al resto de la calle.
Es una notable veta comercial, que la mantiene muy viva todo el año. En Semana Santa todo cambia. Aquí comienza la carrera oficial, por lo que todas las hermandades se presentan en el palquillo que se instala para la ocasión.
Como la Puerta del Sol, Picadilly Circus, Times Square… A pequeña escala, Sevilla también tiene su epicentro comercial, allí donde se ejerce la fuerza centrípeta entre residentes y visitantes de la ciudad.