Fachada del Pabellón de Portugal en Sevilla.
El Consulado de Portugal se encuentra situado en el Prado de San Sebastián, entre los jardines y la Plaza de España, frente a la Glorieta del Cid y, aún más atrás, la Antigua Fábrica de Tabacos. Con el Casino de la Exposición y el Parque de María Luisa, completa un entorno repleto de alicientes para entretenerse al visitar esta zona de Sevilla al sur del casco histórico. Y no podía estar en otro lugar, dado su origen.
No en vano, el edificio consular fue el Pabellón de Portugal en la Exposición Iberoamericana de 1929. Según el diseño de los arquitectos Carlos y Guillermo Rebello de Andrade, caracterizado por su imponente y elegante cubierta, el conjunto presenta una estética neobarroca, tan propia de la Sevilla del primer tercio del siglo XX que revisitaba los estilos históricos.
Así que el pabellón se ajusta a los patrones de la época arquitectónica en Sevilla: recuerda a otro edificio histórico, integra en su decoración el trabajo de numerosos e importantes artistas (de la cerámica, de la forja, de la escultura o la pintura), y se sirvió ante todo de materiales de construcción autóctonos. Todo según el guión, pero al ser un espacio expositivo extranjero, pasando por el filtro nacional: el edificio rememora el Palacio Real de Sintra (de la primera mitad del siglo XVIII), los artesanos y artistas colaboradores eran portugueses (¡una treintena!), y la materia prima fue el granito, la piedra caliza, el mármol, y las maderas exóticas de las antiguas colonias lusas.
El Pabellón de Portugal sigue atrayendo miradas incluso en un enclave con tantos reclamos para el viajero, y sobre todo nos retrotrae a una edad que Sevilla vivió con especial entusiasmo. Y todo eso adaptándose al discurso de su momento sin renunciar a la identidad propia. Lo suficiente para resultarnos a la vez exótico y cercano.
Artesonado del Pabellón de Portugal.
Escalera del Pabellón de Portugal.