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Sevilla y la primera vuelta al mundo

monumento circunnavegacion sevilla
Monumento en recuerdo a la primera circunnavegación de la Tierra.

El 10 de agosto de 1519, la expedición de Fernando de Magallanes salió del Puerto de las Mulas de Sevilla, en la orilla del actual barrio de Los Remedios, a la altura del Puente de San Telmo, río abajo en dirección a su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda. Allí esperaba el océano Atlántico, al que se enfrentaron a partir del 20 de septiembre luego de haber reunido las provisiones y responder a sucesivos imprevistos.

El objetivo era encontrar una nueva ruta hacia las islas de las especias (hoy las Molucas), evitando las aguas que por medio del Tratado de Tordesillas (1494) habían quedado bajo dominio de Portugal, la potencia marítima con la que rivalizaba España. Hasta entonces, se llegaba a las Indias bordeando la costa de África y a través del océano Índico. Allí aguardaban las especias tan apreciadas en la época: el azafrán, la canela, el clavo y otras muchas aclamadas por sus beneficios para la salud, por virtudes culinarias o para tareas fundamentales como conservar la carne, entre un puñado de virtudes que había generado un gran negocio en torno a estos productos.

Sevilla, puerto y puerta de América, tenía que ser también determinante en una expedición tan ambiciosa como la de Magallanes

Magallanes estaba convencido, como Cristóbal Colón, de que existía un paso hacia el oeste. Ya se conocía la existencia del océano Pacífico, entonces el ‘mar del sur’, pero no existían cartografías que mostraran el camino. La expedición magallánica abrió ese camino.

El precio fue alto: de los 239 tripulantes y cinco navíos que zarparon desde Sanlúcar, sólo regresaron 18 en el Victoria, con Juan Sebastián Elcano al frente. Después de incontables fatigas y adversidades, motines, guerras y calamidades, los harapientos, desnutridos y exhaustos marineros regresaron a Sanlúcar el 6 de septiembre de 1522 y remontaron el Guadalquivir hasta arrodillarse en la Catedral de Sevilla para dar gracias por haber regresado.

Atrás quedaba una de las hazañas más memorables de la humanidad, la primera circunnavegación, la primera vuelta al mundo.

Monumento Juan Sebastian Elcano Sevilla
Monumento a Juan Sebastián Elcano en Sevilla.

La Sevilla de 1519

En España reinaba Carlos I (de España, Carlos V en Alemania) desde 1516. Apenas hacía un mes que joven rey había alcanzado lo que hoy conocemos como mayoría de edad cuando se firmaron las Capitulaciones de Valladolid (1518) con el acuerdo para respaldar la expedición de Magallanes, que venía rechazado de Manuel I de Portugal, quien ya contaba con una ruta hacia las especias y no creía necesario invertir en encontrar una nueva.

La Sevilla que se encontró Fernando de Magallanes en el primer cuarto del siglo XVI ya era una ciudad de entre las más pobladas y ricas de Europa. Desde 1503, la Casa de la Contratación (instalada en el Real Alcázar, pues la Casa Lonja no se construyó hasta la segunda mitad de siglo) canalizaba toda la actividad con el Nuevo Mundo. Sevilla era el polo de atracción de comerciantes, banqueros o, simplemente, aventureros ávidos de fortuna que venían de todas partes para embarcarse hacia América. En los grabados de la época se popularizó el lema «Quien no ha visto Sevilla, no ha visto maravilla», que bien podría estar entre nuestras frases célebres sobre Sevilla.

Por entonces, Sevilla conservaba el urbanismo islámico (intrincado y tortuoso) y no se puede decir que sus casas llamaran mucho la atención. Como es sabido, la casa musulmana se piensa más hacia el interior que hacia las fachadas. Las callejuelas no sólo eran angostas sino que además estaban atestadas de tenderetes, basuras, escombros y del trasiego de los propios viandantes, que se libraban del sol bajo los toldos.

Sin embargo, con tal acumulación de riquezas que se venía produciendo y con las nuevas ideas traídas por extranjeros que llegaba atraídos por este caudal, en el XVI el aspecto de la ciudad cambia por completo y se empiezan a ensanchar las calles y a construir edificios públicos monumentales y exentos. En los años de la expedición sólo se había terminado la Catedral de Sevilla (1506).

Seis kilómetros de muralla almorávide y almohade cercaban la ciudad y la protegían, más que de posibles invasores, de las avenidas del Guadalquivir por el oeste y del arroyo Tagarete por el este y el sur. Se conocen grandes arriadas en 1503, 1507 o 1510, por ejemplo. También servían para evitar la propagación de epidemias como la peste (en 1907 y 1910, por ejemplo) al cerrar sus famosas puertas. Fuera de sus muros quedaban las tierras de labor como la Huerta del Rey, conventos como el de San Jerónimo, hospitales como el de las Cinco Llagas o de la Sangre (hoy Parlamento de Andalucía) o barrios consolidados como Triana, al que se cruzaba por el famoso puente de barcas.

cubiertas catedral sevilla
Vista de las cubiertas de la Catedral de Sevilla.
Catedral de Sevilla
Catedral de Sevilla

La Sevilla de Magallanes y Elcano estaba en la rampa de lanzamiento para convertirse en la gran urbe que se situó en el centro del mundo durante el denominado Siglo de Oro.