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Sevilla y las cunas del flamenco

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«En movimiento», foto de Rocío Troya (www.troyacreativa.com) en el Museo del Baile Flamenco de Sevilla

Los orígenes del flamenco son un verdadero misterio. Con tan escasas referencias escritas y trasmitido generalmente por tradición oral, siempre ha sido proclive a generar leyendas y mitos, con todo tipo de conjeturas sobre el auténtico germen de este arte. Se evoca a la España árabe, se atribuye al pueblo gitano (procedente de la India), se le relaciona con la tradición musical judía, con las canciones populares mozárabes… Eso sí, existe consenso en que la aparición del flamenco se produjo a partir del cante en el triángulo formado por Triana, Jerez y Cádiz.

Las principales referencias escritas sobre este arte diferenciador de Andalucía comienzan a surgir a lo largo del siglo XVIII. En el XIX ya hay referencias en prensa sobre espectáculos y en ellas se mencionan algunos palos del flamenco. Antonio Machado Álvarez, Demófilo, publica en 1882 su «Colección de Cantes Flamencos» y con ella nace la flamencología. En el siglo XX se alcanza la Edad de Oro y el arte jondo se encuentra plenamente configurado.

En todas estas etapas aparece Sevilla por algún lado o por otro. Y si aceptamos que Triana es una de las cunas del flamenco es a través de cantaores como El Planeta o su principal alumno, El Fillo, así como estirpes de artistas como los Pelaos y los Cagancho. Los alfareros del arrabal sevillano también aportaron sus estilos. Soleás, tonás, romances y martinetes empiezan a sonar por el barrio.

Con figuras como Silverio Franconetti, Tomás El Nitri y Juan Breva se alcanza una mayor popularización del flamenco y aparecen los cafés cantantes en Sevilla, comenzando por el de Franconetti en la calle Rosario.

También hay que reconocer la importancia de la Alameda de Hércules en aquellas décadas vertiginosas, al convertirse en residencia de muchas de las figuras tempranas de este arte escénico. Pastora Pavón Cruz «La Niña de los Peines», Arturo y Tomás Pavón, Manuel Torre, Manuel Vallejo, Manolo Caracol y otros muchos empiezan a despuntar en Sevilla.

El flamenco, allá donde tuviera su origen primigenio, no estaría demasiado lejos de Sevilla. Y desde luego aquí encontró proyección en todos los siglos pasados para convertirse en el arte reconocido y aclamado que es en nuestros días.